En 2016, tuve la increíble oportunidad de estudiar en Estados Unidos durante mi etapa en el instituto. Esta experiencia marcó un antes y un después en mi vida, no solo por la posibilidad de perfeccionar mi inglés hasta alcanzar un nivel fluido, sino también por el crecimiento personal que implicó. Adaptarme a una nueva cultura, vivir lejos de mi entorno familiar y enfrentarme a desafíos desconocidos me enseñó a ser más independiente, resiliente y abierta al cambio. Fue un año de aprendizaje en todos los sentidos, en el que cada día se convirtió en una oportunidad para descubrir, crecer y evolucionar.
Nebraska
Nebraska, el estado donde viví durante mi año en Estados Unidos, está en el corazón del país y es conocido por sus grandes llanuras, su vida tranquila y su gente amable. No es el típico destino turístico, pero tiene su encanto. Es un lugar donde la comunidad es muy unida, las tradiciones son importantes y la vida gira mucho en torno al campo y la agricultura.
Más concretamente viví en Elkhorn, una pequeña comunidad que forma parte de Omaha, la segunda ciudad más grande de Nebraska. Aunque Omaha tiene más movimiento, Elkhorn es un lugar tranquilo y familiar, donde todo el mundo se conoce y las tradiciones están muy arraigadas. Algo que me impactó fue el clima, ya que vengo de Alicante, España, donde las temperaturas son mucho más suaves.
El cambio de temperatura fue uno de mis mayores desafíos: los veranos en Nebraska son muy calurosos, pero los inviernos pueden ser realmente fríos, con nieve y temperaturas bajo cero, algo totalmente nuevo para mí. A pesar de eso, vivir allí me permitió conocer un lado más auténtico de Estados Unidos, lejos del ritmo acelerado de las grandes ciudades, y descubrir la belleza de lo simple y la importancia de la comunidad.
Elkhorn High School
Tuve la oportunidad de cursar mi Sophomore Year en Elkhorn High School, el equivalente a Cuarto de la E.S.O. en España. No obstante, al llegar, me informaron de que mi año académico en Estados Unidos no sería convalidado, una noticia inesperada que en un principio representó un gran desafío.
Para una joven de 16 años, la idea de repetir curso y no poder reincorporarme a la misma clase con mis compañeros en España fue abrumadora. Sin embargo, decidí afrontar la situación con una actitud positiva y aprovechar al máximo esta experiencia. Una de las ventajas de estudiar en Estados Unidos era la posibilidad de seleccionar mis propias asignaturas, lo que me permitió explorar áreas que en España no formaban parte del plan de estudios, como Cocina, Fitness, Educación Física y Español, entre otras.
Lejos de ser un inconveniente, la no convalidación del año académico resultó ser una de las mejores oportunidades que pude haber tenido. En lugar de centrarme exclusivamente en las calificaciones, pude dedicarme plenamente a mejorar mi inglés, integrarme en la comunidad estudiantil y disfrutar de una educación diferente y enriquecedora.
El entorno del instituto era impresionante, muy similar a lo que se muestra en las películas: amplios pasillos, taquillas alineadas y una atmósfera vibrante. Como detalle curioso, las siglas del centro, EHS, coincidían con las del instituto de High School Musical, una de mis películas favoritas, lo que hizo que la experiencia fuera aún más especial.
Sin duda, esta vivencia marcó un antes y un después en mi desarrollo personal y académico, proporcionándome habilidades y recuerdos invaluables.







Mr and Mrs Eidam
Durante esta experiencia, Mr. y Mrs. Eidams se convirtieron en mi familia. Lo más sorprendente de esta historia es que Mr. Eidams había sido también el «hermano» de mi madre cuando ella vivió su propia aventura como estudiante de intercambio a los 18 años. Sin duda, el destino quiso que la historia se repitiera, y tanto para mi familia como para mí, la familia Eidams ha sido realmente especial.
Gracias a ellos, tuve la oportunidad de recorrer gran parte de Estados Unidos, visitando estados como Michigan, Wisconsin, Minnesota, Iowa, Wyoming, Colorado, Kansas, Indiana, Misuri, California, Oklahoma y Florida, entre otros que seguramente me dejo en el camino.
Estos viajes no solo me permitieron descubrir nuevos paisajes y ciudades, sino que también fueron una fuente invaluable de crecimiento personal y cultural. Conocer de primera mano distintas tradiciones, costumbres y gastronomía fue, sin duda, una de las tres experiencias más enriquecedoras de mi estancia en Estados Unidos.






Mis amigos
Los amigos que hice durante mi estancia en Estados Unidos siguen ocupando un lugar muy especial en mis recuerdos. Cada uno de ellos contribuyó a que mi experiencia fuera aún más enriquecedora, y valoro enormemente los lazos que pude formar.
Siempre me he considerado una persona extrovertida y sociable, por lo que establecer nuevas amistades nunca ha sido un reto para mí. Ni siquiera las diferencias de idioma o cultura supusieron una barrera. Desde el primer momento, todos fueron increíblemente amables y mostraron gran interés por conocer más sobre la vida en España.
A los futuros estudiantes de intercambio, les daría un consejo clave: manténganse abiertos a nuevas experiencias y participen en todas las actividades posibles. En mi caso, decidí unirme al equipo de natación, un deporte que siempre ha formado parte de mi vida y en el que me sentía cómoda. Desde el primer día, mis compañeros me recibieron con los brazos abiertos y se convirtieron en un pilar fundamental durante mi estancia.
Ojalá algún día pueda reencontrarme con todos ellos y revivir esos momentos inolvidables.











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